“Dicen que todos tenemos el destino escrito, quisiera saber que distraído o indeciso escribió el mío”
Jamás había experimentado algo así, unos minutos antes me encontraba encadenado a la situación más bizarra que en mi vida me podía haber imaginado, pero lo más extraño era que me sentía cómodo con lo que sucedía hasta el momento, y eso que mi vida la palabra bizarro había tomado un significado más tirado a lo normal que a lo extraño… y ahora me encontraba caminado por las calles de San Borja, calle Rosseau por si me quieren visualizar con mayor exactitud, con una botella de Whisky en la mano preguntándome en cada trago “Qué paso”, minutos después me encontraba llorando frente a personas que no había visto en mi vida, horas después cantándole la historia de mi vida a 2 chicas amigas de un amigo, bueno según sus caras les podía parecer encantador o un imbécil … ustedes dirán demasiado para ser una noche? … pues no…
Bueno permítanme presentarme, mi nombre es Yonatan, sí así se escribe no es error de imprenta, son consecuencias de un padre que se la quiso pegar de original en un mal momento.
Bueno, mi vida transcurrió tal cual mi nombre, de una manera muy poco convencional, no entraré en detalles porque esta historia no pretende ser un drama sino todo lo contrario.
Llegué de la Selva a los 8 años de la mano de una madre con más miedos que los mismos Estados Unidos, los primeros años fueron un poco duro, ser el hijo de una madre sobre protectora en un barrio donde lo menos que les importaba a las madres eran sus hijos, no era muy fácil de sobrellevar. Hasta que llegó ese momento para lo cual todos los padres se preparan pero creo que nadie llega en óptimas condiciones para tan dura contienda, la adolescencia.
Muy pocos optan por tomarse esta etapa con calma, unos gritan, otros golpean, otros lloran, otros deciden pasar esta etapa dentro de una botella de alcohol, otros quieren ser otros, una que otras drogas etc etc, si esto sería un test tendría que marcar “todas las anteriores”.
Una que otra mujer pasó por mi vida pero nada fuera de lo normal en la vida de un adolescente que piensa que un par de ornamentos cefálicos son el fin del mundo, es más llegué a usar estas relaciones fallidas a mi favor. Los centros de rehabilitación fueron también protagonistas en mi constante búsqueda de quedar bien con todos, es el precio que hay que pagar por ganarse un poco de “respeto”…
Hoy tengo 25 años, muchos dicen que a pesar de mi corta edad estoy: matao, macheteado, acabado, molido, recorrido etc, etc , etc, yo me río y mi respuesta siempre es la misma: “toy cansado hermano”.
Trabajo en una agencia de publicidad, soy director creativo, paso mi vida haciendo estrategias, creando sueños, creando necesidades, buscando debilidades, creando oportunidades, pero no me doy un tiempo para hacer una estrategia para mi vida, ver cuales son mis verdaderas necesidades, fortalecer mis debilidades, crear mis oportunidades, pero no me quejo porque fue aquí donde conocí a ella…
Ella es Verónica la autora de aquella noche descrita en el primer párrafo de esta historia, pero esperen, no la juzguen, no pretendo ser la victima, al menos en esta historia no…
Si tendría que describir a Veronica me tendría que pasar una vida entera escribiendo adjetivos y seguramente tendría que inventar algunos… así que descríbanla ustedes mismos.
Entre a esta agencia de publicidad con grandes aires de Divo, bohemio, problemático, complicado, “escribo bonito”, “a mi nadie me pisa el poncho”, “yo no me enamoro” creativo publicitario y bastaron unos meses para que todo esto se fuera a la mierda.
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1 comentario:
25 años bien aprovechados en lugar de macheteados, cansados, etc... no?
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